El Pan del peregrino

El alimento para vida eterna…

Más que vencedor sobre uno mismo

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Más que vencedor sobre uno mismo

Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó (Romanos 8: 37)

Nosotros vamos a Cristo por perdón, y luego, muy a menudo, buscamos en la ley poder para combatir nuestros pecados. Pablo nos reprende en esta forma: «¡Oh, gálatas insensatos!, ¿quién os fascinó, para no obedecer a la verdad? Esto solamente quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír de la fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?»

Lleva tus pecados a la cruz de Cristo, pues el viejo hombre sólo puede ser crucificado allí: nosotros estamos crucificados con Él. La única arma para combatir el pecado es la lanza que traspasó el costado de Jesús. Demos una ilustración: Tú necesitas dominar un temperamento colérico: ¿Cómo procedes? Es muy posible que tú nunca hayas intentado el correcto procedimiento, que es el de presentar a Jesús ese mal. ¿Cómo obtengo la salvación? Voy a Jesús tal cual soy, y confío en Él para que me salve. ¿Debo matar en la misma manera mi temperamento colérico? Éste es el único modo de matarlo. Tengo que ir con él a la cruz y decir a Jesús: «Señor, yo confío en ti para que me libres de este mal». Es el único modo de darle un golpe mortal.

¿Eres codicioso? ¿Sientes que el mundo te lía? Puedes batallar contra ese mal cuanto quieras; nunca serás librado de él en ningún otro modo que no sea por la sangre de Jesús. Llévalo a Cristo. Dile: «Señor, yo confío en ti; tu nombre es Jesús, pues tú salvas a tu pueblo de sus pecados. Señor, éste es uno de mis pecados; sálvame de él». Los ritos no valen nada sin Cristo como medio de humillación. Tus oraciones, lágrimas y arrepentimiento no valen nada aparte de Cristo.

Ninguno, salvo Jesús, puede hacer buenos a los pecadores y a los santos desvalidos. Tú debes ser vencedor por medio del que te amó, si lo quieres ser. Nuestros laureles deben crecer entre los olivos del Getsemaní.

C. H. Spurgeon

Autor: elpandelperegrino

Me gusta la imagen del peregrino, porque significa estar de paso... A pesar de tener dos nacionalidades, mi ciudadanía verdadera no está en este mundo. En mi caminar diario, me alimento del Pan que nunca se caduca, el Pan para Vida eterna. "Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." (Juan 6:35)

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